La Cuesta de los Ciegos en la Villa y Corte
Pocas veces en la historia 254 escalones han dado tanto de que hablar.
Puede ser que sus maravillosas vistas y el hecho de que esté rodeado de naturaleza y de verde haya servido de motivación a muchos escritores.
Una pista importante más: se trata de una escalera que salva un importante desnivel, uniendo la Calle de Segovia con la Calle de la Morería a través de 254 escalones y que hace un recorrido que serpentea en el corazón del Madrid más castizo, más histórico, con más poso y sabor.
Efectivamente se trata de la Cuesta de los Ciegos de Madrid.
Esta calle tiene historia, una verdadera leyenda que marca su importancia y trascendencia para la Villa y Corte de Madrid.
Según los expertos en historia, y según ha quedado detallado en varios escritos de la época, San Francisco de Asís llegó a Madrid en 1214, tras realizar completo el Camino de Santiago.
Entonces el santo se enamoró del Parque de las Vistillas y allí levantó una humilde choza, precisamente en el mismo lugar donde ahora se levanta uno de las construcciones más impresionantes de Madrid, la Basílica de San Francisco el Grande.
Según prodigue la leyenda, el Santo, vivía únicamente de la caridad de sus vecinos y pasaba todos los días por este desnivel.
Una mañana los frailes del Convento de San Martín le entregaron una tinaja de aceite. De regreso a su hogar, cuando estaba jadeando por la dureza de la cuesta, se encontró con varios ciegos que estaban pidiendo limosna.
Entonces Francisco de Asís se dirigió a ellos, les untó los ojos con un poco del aceite que llevaba y, según narran los escritos, casi al instante, de forma totalmente milagrosa, los ciegos recuperaron la vista.
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